Soledades
Cristales empañados enmarcan la plaza.
El hombre del portafolio pide dos cafés,
para tomarse uno.
Se levanta para ir al baño, regresa y pide disculpas
Los muertos no beben.
Pide disculpas por su ausencia, paga y se va.
El mozo busca cómplices en el salón vacío
de aquel mármol madera columnas granos de Colombia.
Esquina de Montevideo de náufragos refugio
de palabras poetas filósofos jubilados
a la pesca de la vida en las tardes noches
humeantes tazas perfiles
y la Onda y la Plaza Libertad.
Transparencias de mostrador,
memorias del Sorocabana café.
Almanaque
Un
borracho como pianola
desgrana
su historia triste
acodado
al mostrador.
Habla
con su imagen en el espejo,
con
la mujer del almanaque,
con
la sombra del barman que cruza hacia otra copa.
Una
ráfaga de frío se cuela por la puerta,
corta
el humo y como cachetada de madre
le
cruza la mejilla ardida.
Entonces
calla.
El
tiempo de una lágrima, no más
qué buena esta serie Bares, uno se queda suponiendo los próximos.
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